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martes, 27 de julio de 2010

RECORDAMOS A EVITA...Y HUBO FIESTA

Desde temprano, desde cerca de las siete y media de la tarde del Lunes 26 de Julio, el paisaje del centro de nuestra ciudad había cambiado. No era el mismo que el de la tarde del 25, ni como será seguramente la del 27. En el cruce de la calle Eva Perón con la Avenida 25 de Mayo había hombres, niños y mujeres -en su mayoria mujeres-, que portaban en alto banderas y pancartas, hacían sonar bombos y lucían orgullosos chalecos y remeras pintadas. Mientras caminaban de un lado a otro de la calle. Saludándose. Encontrándose.
La espera por el inicio del acto conmemorativo por los 58 años del paso a la inmortalidad de María Eva Duarte de Perón había comenzado. Y había reunido a más de un centenar de personas.
Pasadas las ocho llegó al lugar la perenigración de antorchas proveniente de la Iglesia Don Bosco, del oficio religioso que se había celebrado minutos antes. Arribaron entonces los compañeros dirigentes, y fueron recibidos con aplausos, gritos y sonrisas.
Luego, un clima festivo se percibía a esa altura de la noche, cuando todos nos encontrábamos de pie, aplaudiendo a las compañeras que hacían las entregas florales frente al busto recordatorio de Evita. A cada corriente, a cada agrupación, le correspondía un aplauso. Pasaron así, la rama femenina de la Juventud Peronista, Evita Capitana, Mujeres Peronistas, entre otras agrupaciones femeninas.
Terminaron las entregas de flores, se cantó la marcha, se dieron los respectivos abrazos y saludos, y todo debía concluir. Pero unos cuantos jóvenes comenzaron con los bombos y redoblantes. Que sonaban al compás de ritmos "carnavalescos" y "murgueros". Al ratito se podían ver montones de cuerpos de jóvenes -y no tan jóvenes- que se movían serpenteantes en plena calle. Como si ese fuera el lugar y el momento predilecto para dar rienda suelta a una sensación de algarabía.
La gente bailaba. Sin importarles que dos o tres automovilistas apresurados los esquivasen en plena avenida. Niños corrían desaforados alrededor de los improvisados músicos, que no dejaban de golpear los plásticos resonantes de sus bombos. Una trompeta se escuchó sonar de fondo, solo durante unos minutos. La murga se escuchó completa, entonces, por un tiempito.
La gente se encontraba predispuesta a recordarla de la forma como "ella" seguramente lo hubíera pedido: con bailes, aplausos y sonrisas, amontonados y en la calle.
Pasadas las nueve y media de la noche en Eva Perón y 25 de Mayo aún había bullicio. Aún había bombos, banderas y pancartas. Sonaba aún una música que nos invitaba a quedarnos allí. Había gente bailando, festejando.
Había gente en la calle. Y, como sabemos los peronistas, cuando la gente elige salir a la calle es porque seguro hay fiesta.
¡Que tenga Ud. un buen día!

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